El Fundador
Paurides González Vidal
Paurides González Vidal nació en Elda, Alicante (España) el 26 de mayo de 1911. Hijo de Alfonso y Consuelo Vidal. Cumplió el servicio militar en Melilla. A su regreso, y con estudios de bachiller, aprobó las oposiciones convocadas por el Ayuntamiento de Elda, obteniendo la mejor puntuación. Ingresó como empleado y fue oficial primero de secretaria.
Desde su rango, pudo salvar del fusilamiento a muchos eldenses condenados por profesar la religión católica.
Después de tres años de lucha, fue al puerto de Alicante, con la esperanza de huir al extranjero, pero los miles allí concentrados, fueron sometidos por las tropas italianas y apresados. Fue condenado a pena de muerte por "criminal peligroso" y sufrió prisión hasta 1942 en el Castillo de Santa Bárbara, donde gracias a las gestiones de sus familiares y a todas aquellas personas que había ayudado durante la guerra, se le conmutó la condena.
No tuvo juventud. En la España de 1936, cuando estalló la guerra civil, se alistó al ejército de la República, como miliciano, en el batallón de choque mandado por Lister, en el frente de Levante. Fue ascendiendo, pasando por la Escuela de Guerra en Paterna y posteriormente por la Escuela de Estado Mayor en Barcelona. Luchó en los frentes más duros. Fue comandante militar en Quintana de la Serena (Badajoz) y con menos de 30 años, fue Jefe de Estado Mayor de la 39 división del ejército de la República en los años 1937 al 38 y de la 25 división del ejército de la República, con unos 13.000 hombres a su cargo, desde 1938 al 39.
Con libertad provisional, tomó un barco, que se suponía iba a Uruguay, pero cuando desembarcó se encontró en EastLondon (Sudáfrica), sin pasaporte, sin dinero y sin conocer los idiomas, no se entendía con nadie. Gracias a la amistad de un griego establecido allí, consiguió un empleo en Port Elizabeth, donde vivió durante 35 años.
Allí, por más de 25 años, trabajó durante el día como limpiador de latas de pan, y por las noches, siete días a la semana, estudiaba tanto el idioma como diferentes carreras relacionadas con la economía y los negocios. De esta forma, fue mejorando su posición. Actuó como consultor y organizó con éxito, los sistemas de producción de varias industrias importantes. Así hasta llegar a convertirse en una personalidad local.
Mientras tanto, tuvo la suerte de encontrar la mujer de su vida, Aída Cordron Vidal, judía, con la que se casó el 18 de agosto de 1948. Esta excelente compañera le ayudó muchísimo en todo durante el resto de su vida.
Ostentó cargos en el consejo ejecutivo de la cámara de industrias. Fue secretario-tesorero por 10 años de la Sociedad Económica de Sudáfrica y del Consejo Ejecutivo de varias entidades profesionales. Fue miembro emérito y vitalicio de la tabla redonda de Port Elizabeth. Reorganizó varias industrias, entre ellas la fundición de hierro y acero y sus talleres de ingeniería, una empresa que empleaba a 10.000 trabajadores. La reorganización de estas empresas tuvo mucho éxito, y consiguió sacarlas de la quiebra en la que se encontraban a base de mejorar sus beneficios con esta nueva organización.
Por casualidad se enteró de que una fábrica de sombreros de fieltro local había cerrado por suspensión de pagos y aunque no conocía nada del negocio de sombreros, la hizo funcionar con éxito.
Y así, poco a poco, logró reunir una pequeña fortuna, que le permitió crear un hogar en Sudáfrica: Villa Elda, donde vivía con su esposa.
Llegó sin nada y terminó con una mansión en el campo, una fábrica de sombreros, un jaguar automático y varias propiedades inmobiliarias importantes.
Pero cuando su neumólogo le comunicó que tenía enfisema pulmonar, que no tenía cura y que iría deteriorándose paulatinamente, vendió su fábrica de sombreros ventajosamente y con su esposa viajó por medio mundo.
El primero de sus viajes, de seis meses, fue por toda Europa hasta el Polo Norte para ver los días sin noche. Todos los demás viajes fueron de tres meses, para así poder conocer mejor a cada país.
El siguiente fue a Yugoslavia, Grecia, Turquía y Persia. Otro fue a Tailandia, Malasia, Indonesia, Sumatra y Java, donde enfermó contrayendo el cólera, pero como estaba vacunado, logró recuperarse, aunque con dificultad. El siguiente fue a Rusia y China, yendo de Moscú a Beijín (Pekín) en el tren transiberiano y transmongoliano. El último con su esposa fue a Israel, Egipto (hasta Luxor, mil kilómetros al sur para poder ver las tumbas de los faraones) y Jordania. En este viaje cruzaron en autobús cinco desiertos y el mar rojo. El último viaje, sin su esposa, que murió, fue a Tánger, Mohameida y Casablanca.
En 1977, debido al deterioro político, económico y social en Sudáfrica, decidieron abandonar Sudáfrica, con mucho pesar porque su vida allí fue un paraíso, y emigraron a Israel, a Tel Aviv, donde Aída nació. Estuvieron siete meses en el Ulpan Ramat Aviv, pero como Aída no se encontraba bien. Dejaron Israel y regresaron a España. Se afincaron en Alicante, con un clima más estable.
En 1983, Paurides y Aída regalaron una flamante bandera a su querida y patrocinada banda de Santa Cecilia y en el año 2000, regalaron la segunda bandera y han hecho previsiones para que se le regale la tercera y sucesivas.
En sus viajes a Rusia y China, consiguieron de unos anticuarios, zaparos antiguos de cuando vendaban los pies a las niñas para que no les creciesen, y otras botas de hombre. Unos doce pares que regaló a su amigo D. José María Amat Amer para su museo del calzado.
En 1992, creó la fundación Paurides González Vidal, sin lucro, para ayudar a su pueblo y promover la educación y nuevas tecnologías en sus gentes.